| Presentación:  La apuesta sigue siendo cambiar el lugar de las preguntas para hacer   investigables los procesos de comunicación y las prácticas culturales   desde las mediaciones y los sujetos, es decir, desde la articulación   entre procesos de comunicación y movimientos sociales populares. Esta es   la invitación del maestro Jesús Martín-Barbero, quien plantea que   comunicar es comprender/producir sentidos públicos y conexiones   sociales. Aquí entran en tensión la industria, la política y la cultura; que se   debaten entre las lógicas de la producción y modos del consumo; entre   ciudadanías y tecnologías; entre espacialidades y temporalidades; entre   tecnicidades y ritualidades; entre identidades y visualidades. Es en   estos juegos/tensiones que la comunicación existe.  La comunicación, como hija del giro cultural que transformó a las   Ciencias Sociales y Humanas, es el dispositivo estratégico para   comprender la diferencia cultural y la desigualdad política, como   estrategias para re-democratizar la sociedad y establecer nuevas   relaciones entre política, sociedad, industria cultural y del   entretenimiento.  Así, la comunicación se convierte en un punto de vista prioritario desde dónde pensarnos como sociedad y cultura.  Tanto que en los últimos años cobran fuerza los debates en torno a   las políticas vinculadas a la comunicación en las agendas públicas de   numerosos países latinoamericanos. En ellos se han impulsado medidas que   apuntan reestructurar los sistemas de comunicación con el propósito de   limitar la concentración de las industrias culturales, habilitar la   participación ciudadana en la producción mediática, garantizar el acceso   a la información y la comunicación, apoyar a medios alternativos y   comunitarios y poner en discusión qué es lo que debería entenderse por   medios públicos.  En un contexto que ha mutado significativamente, el entretenimiento y   el espectáculo se instauran como uno de los marcos interpretativos   prioritarios de la sociedad. Por eso la cool-ture pop se convierte en un   reto para prensar la democracia, la militancia popular y la crítica   social. Por esa razón, las consecuencias culturales y políticas de estas   acciones mediáticas y de redes están en la posibilidad de crear    visibilidades, gustos y estilos en (y desde) lo masivo y tecno pop.  Pretendemos fundamentar una reflexión crítica sobre la relación   comunicación-cultura para comprender las mutaciones y mediaciones   tecnológicas de nuestro tiempo. Se quiere responder a preguntas como   ¿qué es cultura?, ¿qué es lo cultural y lo culto?, ¿cómo producimos y   habitamos las identidades y las sensibilidades?, ¿cómo se producen un   gusto y una estética masiva y pop?, ¿cómo comprender la militancia   popular en estos tiempos light?, ¿cómo re-imaginarla política y la   crítica del poder cuando la densidad de sentido es fluida?  La relación comunicación y cultura está llena de significantes vacíos   y nuestro oficio es llenarlos de sentidos y relatos, por eso el   periodismo y los relatos digitales son tan importantes en la lucha por   la soberanía cultural y la crítica de las hegemonías mediáticas. Y como   la cultura mutó de las artes y de la identidad a lo industrial y el   espectáculo, del canon de referencia por los intelectuales a lo masivo y   divertido como criterio; y el periodismo ya no tiene legitimidad como   “otorgador de autoridad” para la realidad, sino como editores de   sentidos y productores de vínculo social… el periodismo cultural ha   mutado a ser una experiencia que explica las tendencias del símbolo de   la sociedad de lo cool y lo pop. Se buscará contar qué (i) qué es la   cultura, lo cultural y lo culto para el periodismo, (ii) explicar la   industria cultural y del entretenimiento y su gusto cool & pop,   (iii) preguntarse por el periodismo, el poder y las hegemonías; (iv)   practicar la crítica sobre la cultura del siglo XXI; (v) imaginar qué es   lo popular y qué es la militancia política en contextos cool & pop. |